Esta acción ejemplar del Señor Jesucristo se produce durante una cena, ¿dónde? en el Aposento Alto. Al principio del relato se destaca que Judas Iscariote ya había dispuesto en su corazón entregar a su Maestro a las autoridades religiosas, quienes tenían la aspiración nefasta de darle muerte. Por otra parte se advierte que nuestro Salvador está plenamente consciente que va hacia la cruz a sacrificar su propia vida y ser glorificado en su resurrección y ascensión hacia el cielo, de donde había descendido. Temporalmente él se despojó de su gloria para venir a la tierra "... que había salido de Dios, y a Dios iba" (Jn. 14:3).
Era costumbre entre los judíos que la persona que invitaba a una cena disponía de un esclavo para que lavase los pies de sus invitados, que por caminar entre las calles polvorientas y con sandalias abiertas traían los pies sucios. La limpieza de los pies era una cuestión previa al disfrute de la cena. Lo cierto es que en Aposento Alto todo estaba dispuesto, además de la cena; estaba listo el lavamanos, la jarra, estaban los paños de lino, había agua en la jarra. No obstante ninguno de los discípulos tomó la iniciativa de cumplir esta tarea de lavar los pies. No podría ser de otra manera, porque si recordamos entre los episodios relatados en los evangelios encontramos que Jacobo y su hermano Juan pidieron que en la "gloria" del Señor les concediese el privilegio de sentarte a su derecha y izquierda, respectivamente (Mr. 10:37), los otros diez "comenzaron a enojarse contra Jacobo y Juan" (Mr.10:41). Es evidente que ¡todos eran orgullosos! Ninguno de ellos estaría en condiciones de "rebajarse" haciendo nada menos una labor de un esclavo o siervo. ¡Qué tragico es cuando los cristianos no estamos dispuestos a prestar un servicio humilde!.
Pero el Señor y Maestro, Jesús, esbaba allí observando esa actitud de sus discípulos que aún no habían asimilado la lección. Según la narración bíblica, el Señor Jesús comenzó a lavar los pies de todos sus discípulos incluido Judas Iscariote. Les dio una gran enseñanza de humildad y servicio. Pedro, el siempre impulsivo discípulo le dice que Tú siendo nuestro Señor y Maestro ¿vas ha ejecutar una tarea denigrante de esclavo y siervo? ¡No puede ser! pero el Señor le dice que ahora no está está en condiciones de entender y que después lo entendería.
El siempre listo discípulo, Pedro, dice que también le lave las manos y la cabeza. Entonces el Señor le aclara que "...el que está lavado" (Jn. 13:10), mejor dicho bañado , esto es, "purificado de la pena del pecado por medio de la sangre de Cristo", no necesita sino lavarse los pies. Todos los discípulos a excepción de Judas Iscariote habían recibido a Jesús como su Señor y Salvador, pero en su transitar en la vida no estaban exentos de la contaminación del pecado.
Luego del gran ejemplo el Señor Jesús, los llama a seguir su ejemplo qué él les dió. La Pregunta es ¿deberían lavarse los pies literalmente los unos a los otros con agua? Como ocurre actualmente en algunas iglesias actualmente en lo que se denomina la semana santa. ¡por su puesto que no! Más bien tiene un significado espiritual, lo que el Señor nos enseña es que los que nos preciamos sus discípulos, los que formamos parte de su iglesia, deberíamos mantenernos limpios los unos a los otros, mediante una constante comunión en la Palabra. Por ejemplo, si alguien ve a su hermano enfriándose a punto de volverse mundano, debería exhortarle con amor mediante la Biblia. Muchas veces el orgullo o la animosidad personal nos impiden humillarnos a servir a nuestros hermanos, debemos recordar que ninguno es mayor que su Señor (Jesucristo).
Finalmente la Palabra del Señor nos muestra de cuan beneficioso para nosotros es obeceder el mandato del Señor, pues dice "si sabéis estas cosas, bienaventurados (dichosos) seréis si las hiciereis" (Jn. 13:15). No sólo es saberlo sino practicarlo, "la fe sin obras es muerta", como diría el escritor bíblico, Santiago.
FIN